Para conseguir una correcta y adecuada nutrición en los cultivos es imprescindible suministrar todos los nutrientes esenciales en las cantidades necesarias. La carencia de cualquier nutriente puede ocasionar graves problemas provocando consecuencias desastrosas en los cultivos.
Cada uno de estos nutrientes aparece en el suelo en cantidades variables. El hierro, el micronutriente que las plantas necesitan en mayor cantidad, está involucrado en numerosas funciones de su metabolismo, como la formación de clorofila o la producción de energía, y suele encontrarse en el suelo en una concentración en torno al 3,8 %. Pese a esta elevada presencia de hierro en el suelo, uno de los problemas más habituales es lo que se conoce como clorosis férrica, una deficiencia de hierro en la planta, caracterizado por un amarilleamiento intervenal de las hojas más jóvenes. Los cultivos que sufren clorosis férrica presentan hojas débiles que acaban secándose y cayendo, los frutos obtenidos son más pequeños y en ocasiones los daños producidos son irreversibles, ocasionando la muerte de la planta.
Para que la planta pueda disponer del hierro que necesita para su correcto desarrollo es necesario que esté disponible en el suelo, es decir, que no está en forma de óxidos o hidróxidos o inmovilizado por algún componente del suelo, y, además, debe ser transportado hasta las raíces para su absorción y asimilación.
Existen diversos factores que influyen en la posible disponibilidad del hierro en el suelo. Uno de los más importantes es el pH. Por encima de pH 4 se reduce drásticamente la disponibilidad de hierro para la planta ya que éste precipita en forma de óxidos e hidróxidos.
Un contenido de arcilla elevado, poca cantidad de materia orgánica en el suelo, una elevada salinidad, una elevada concentración de fosfatos, etc. son otros de los factores que pueden afectar negativamente a la disponibilidad del hierro en el suelo, y, por tanto, conducir a la aparición de la clorosis férrica ya que la planta no es capaz de aprovechar el hierro existente de forma natural.
El uso de agentes quelantes, como los quelatos de hierro, son la mejor opción para evitar la clorosis férrica, ya que son capaces de mantener el micronutriente totalmente disponible aislándolo de la acción de los agentes externos. Además, el uso de quelatos de hierro ayuda a incrementar la solubilidad del metal por lo que la absorción por parte de la planta se favorece y la cantidad de hierro asimilada es mayor.
Otra ventaja que aporta el uso de fertilizantes con quelatos de hierro es que el agente quelante ayuda a un mayor aprovechamiento del hierro presente en el suelo de forma natural. Cuando se adiciona el quelato de hierro a la planta, éste facilita que el hierro que se encuentra unido a él llegue hasta la planta. Una vez que el hierro ha sido absorbido, el agente quelante se encuentra libre en el suelo por lo que, si las condiciones de pH y concentración son las adecuadas, puede solubilizar parte del hierro existente previamente en el suelo haciendo que éste también puede llegar hasta las raíces de las plantas. El principio activo de los fertilizantes de hierro no es solamente el metal que aporta sino también la parte orgánica que puede movilizar hierro nativo del suelo.
Por tanto, los quelatos de hierro han resultado ser una excelente elección como fuente de hierro para evitar la clorosis férrica, haciendo posible que tanto la planta como los frutos se desarrollen correctamente.